Los niños protagonistas llevan unas gafas que les permite ver el mundo virtual electrónico desde el que acceden a información e interactuan con ciber-mascotas dentro del mundo real.
Algunos buscan sacar el máximo partido de sus ciber-gafas hackeando opciones ocultas, obteniendo valiosas rutinas para equiparse con arsenales virtuales de elementos electrónicos que tienen gran valor entre los niños, aunque ninguno en el mundo adulto. Y realizando encodings no previstos por la compañía de gafas Megabass que ponen en peligro la estabilidad de todo el sistema.
Esta serie se estrenó en Japón en 2007 y está producida por los afamados estudios Madhouse (Death Note) y nada menos que la NHK promueve también esta serie.
Además se realizó manga serializado por Shogakukan hasta octubre de 2007 en que salió en formato de un volumen tankobon y una serie de novelas ligeras que siguieron publicándose hasta 2010.
Dennou Coil está ambientada en el año 2026, 11 años después de que supuéstamente salieran las primeras gafas y viseras de realidad aumentada conectadas a Internet.
Estoy convencido de que Google quiere hacer realidad esta fantasía tras su lanzamiento del verano pasado del primer prototipo de Google Glasses. En 2013 está previsto que los programadores reciban modelos de desarrollo y es muy posible que para 2014 ó 2015, como en la ficción, todo el mundo pueda adquirir este nuevo gadget con un sin fin de posibilidades. Aunque, seguramente, muy lejos de los de la ficción.
Al margen de la deslumbrante tecnología también se muestra una historia sobre el valor de lo que se puede tocar y palpar en contra de lo invisible de las "ciber-sustancias" del mundo electrónico que no pueden sentirse con la misma intensidad.
Mientras en los primeros capítulos se muestran historias cotidianas de niños y sus juegos de hackers poco a poco vamos descubriendo que hay dramas del pasado que se intentan superar. Y poco a poco el mundo electrónico se vuelve más y más amenazante para las personas del mundo real convirtiéndose en una oscura y tenebrosa historia con final agridulce.
Es una serie estructurada de forma bastante rígida. Tiene una cuidada banda sonora ambiental que casi pasa desapercibida, pero la fuerza del violín, cuerda y percusión del tema musical "Kanashimi" logra hacerte llorar en algunos capítulos; Suelen sonar los mismos pasajes musicales en cada episodio y casi siempre en el mismo orden. Lo que le da a la serie el toque de repetición y descubrimiento que muchos animes tienen para engancharte.
Aventuras, ciencia-ficción y melodrama. Muy recomendable.